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La ciencia de ser padres

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Margot Suderland
Grijalbo, 2007



¿Te han sugerido alguna vez que abraces menos a tu hijo, que se va a acostumbrar? ¿Te han soltado alguna vez la manida sentencia de que hay que dejar llorar a los bebés para que se desarrollen sus pulmones? ¿Crees que los bebés porque no sepan hablar pueden aguantar lo que le echen?

Para rebatir todas esas cuestiones y aprender muchas otras, igual o más importantes sobre la auténtica naturaleza del bebé, contamos con este volumen tan minuciosamente escrito, que ayuda a los padres que viven rodeados de afirmaciones dañinas que se enfrentan con los instintos de todo padre equilibrado: cuidar y abrazar al pequeño.

Documentada someramente, la propuesta de Margot Suderland resulta un arma perfecta contra los dañinos tópicos que confunden a los padres primerizos y no tan primerizos, acerca de aspectos cruciales de la crianza, como el sueño, la autoridad o el llanto. La obra parte de la premisa de que, interesándonos por el verdadero funcionamiento del cerebro del niño y respetando su desarrollo emocional, podemos cambiar la sociedad a mejor desde la familia. Y es que los padres somos la clave: "La experiencia de un mundo afectuoso depende de la relación especial con los padres".

Intentamos instintivamente progresar en nuestro difícil papel de padres, mejorar cada día para procurar cariño y equilibrio a nuestros hijos, pero no siempre podemos controlar la carga de nuestra educación ni de las ansiedades diarias. Perdemos el control, recurrimos a métodos agresivos (psicológicos o físicos), pensando que al día siguiente se habrá olvidado todo y no tendrá consecuencias. Olvidamos (o desconocemos) que al niño lo controla en sus primeros años su cerebro más primitivo, por lo que no podemos esperar comportamientos racionales. Olvidamos que cada experiencia del niño lo marca, especialmente las emocionales, hacia su bienestar o hacia su infelicidad.

Marcamos el futuro de nuestros hijos a través de la forma de crianza que adoptamos. "Si ayudas a tu hijo a enfrentar sus emociones, un número elevado de neuronas establecerán conexiones", afirma Suderland. Si la primera infancia es clave para los futuros aprendizajes gracias a la creación de circuitos nerviosos que sostienen el desarrollo cognitivo, no menos importante es cómo surgen sistemas químicos cerebrales capaces de soportar la ansiedad.

¿Cómo podemos hacer de nuestro hijo un futuro adulto equilibrado, que soporte el estrés, que sea bondadoso y se rija por la ética? La respuesta es fácil, aunque su aplicación no tanto: librarnos de nuestra agresividad y recurrir al cariño en cada uno de nuestros gestos y actos. ¿Por qué no podemos lograrlo, si tan simple parece? Pues por la sencilla razón de que nuestra educación ha partido más de la autoridad sin réplica que de la cordialidad, del intentar hacernos fuertes en vez de consolarnos, Admitámoslo, a todos los padres nos gustaría tener niños tranquilos, obedientes, que jamás tuvieran rabietas. Si logramos algo así, a través del miedo, por ejemplo, estamos llevándolos contra su propia naturaleza; en los niños los sistemas para la concentración y la atención sostenida que surgen con la dopamina y otras hormonas, maduran lentamente, lo que significa que los niños son en sí mismos difíciles de controlar. Necesitan moverse y no soportan el aburrimiento. ¿Pero qué podemos hacer cuando nos dicen continuamente que no a todo, cuando dan problemas a la hora de comer, cuando se pelean por cualquier cosa?

La autora de este práctico manual da soluciones que parten del respeto al niño con respaldo científico. No podemos controlar aspectos externos que afecten en el futuro a nuestros hijos, pero si quieres regalar bienestar emocional para toda su vida, recurrir a los consejos de esta obra publicada por Grijalbo te ayudará. Tras leerlo nadie podrá convencerte que es preferible usar el miedo o no consolar a tu hijo cuando llora. No es fácil tomar siempre las decisiones correctas, ni evitar los instinto menos bondadosos, pero hay que intentarlo; lo que sea por nuestros hijos.